Hay tantos recuerdos del profesor, desde que fui su alumno y después cuando lo entrevisté. Sobre mis años de estudiante, en el segundo año en Cultura General en San Marcos, allá por el año 2002, recuerdo algunas de sus clases, justamente algunas anécdotas las he colocado en la segunda edición de mi libro Espejos Azules.
Pero no voy a repetir lo que pronto publicaré. Lo que evocaré será la vez en que lo entrevisté.
Corría el año 2014, frecuentaba San Marcos solo para ir a la Biblioteca Central y a su Archivo en el sótano del mismo. En ese entonces estuve recolectando información para una publicación sobre las doctrinas sociológicas de inicios del siglo XX en San Marcos.
Un día, en la tarde, dirigiéndome a la Biblioteca, vi entrar a San Marcos al profesor Iziga. Me sorprendió verlo, con caminar pausado y algo encorvado, pero siempre llevando un par de libros pegado al pecho. Se me ocurrió entrevistarlo para otro tema que estaba investigando y que tenía pendiente. Lo seguí por detrás hasta que llegó a la entrada de la Facultad de Ciencias Sociales.
El profesor aceptó gustoso, me dijo que podíamos vernos tal día en la pequeña cafetería que quedaba al frente de la antigua Secretaria Académica.
Lo esperé aquella vez y llegó puntual. Conversamos sobre su paso en San Marcos, sobre al sociología y la reorganización de la escuela ocurrida a fines de los años sesenta. Producto de eso publiqué mi libro sobre la Crisis de la Facultad de Letras.
No abundaré más sobre lo conversado, lo que quiero resaltar es lo dispuesto y amable que fue conmigo al brindarme su tiempo y su testimonio para darme los datos que estaba buscando. Como escribí líneas arriba, hay otras cosas que se puede hablar del profesor Iziga, como las anécdotas en sus clases. Pero eso lo publicaré en mi novela.
Lamentablemente este virus nos está quitando a mucha gente. Descanse en paz profesor Iziga.